El 2019, agridulce para el campo

El año pasado continuó la crisis de rentabilidad del sector, por el aumento de los costos de producción.

La reciente disponibilidad de las cifras del Dane para 2019, sumada a las de los gremios, permite analizar, aunque parcialmente, el comportamiento agropecuario durante ese año. La economía creció 3,3% mientras el sector agropecuario mostró una menor dinámica al crecer 2,0%.

La crisis de rentabilidad se mantuvo durante 2019. Los costos de producción aumentaron más para el productor agropecuario. El índice de precios al productor aumentó 6,09% y 6,45% para el agropecuario. La inflación fue de 3,8%. Los alimentos contribuyeron significativamente a este aumento, sus precios aumentaron 5,8%, muy por encima de la inflación.

El mayor aumento de precios al productor agropecuario, con un menor aumento de precios al consumidor de los productos agrícolas, confirma el problema de rentabilidad en el sector.

Según el Dane, el café creció 9,5%, seguido por la pesca y acuicultura con 9,1% mientras la silvicultura lo hizo al 3,9% y los cultivos en conjunto crecieron tan solo 0,2%. En la serie original anual de los IV trimestres, se observó que el arroz tuvo un crecimiento de 14,9%, mientras decreció la caña de azúcar 2,9%, las oleaginosas 22,1% y la caña panelera 17,3%. La dinámica que traía la avicultura se estancó: las aves de corral crecieron 1,2% mientras la producción de huevos disminuyó 1,3%. El crecimiento de la producción porcina de 11,4% se debe a la gran dinámica de la demanda, mientras los bovinos, debido a los bajos precios, crecieron apenas 0,1%.

Según Fedearroz, la producción de arroz aumentó 18,7% para así llegar a 2,98 millones de toneladas. De todas formas, la producción no fue excesiva pues hacia finales de año se observó un alza en precios. Este aumento en producción no es consecuente con el aumento en área sembrada que tan solo fue de 3,3% y llegó a 539 mil hectáreas. Esta mayor producción en menor área se debió a 19,8% de incremento en rendimiento el cual llegó a 5,80 toneladas por hectárea como consecuencia de mejoras tecnológicas.

Según Fenalce, el área de maíz amarillo disminuyó 10% a 239 mil hectáreas. El maíz amarillo tecnificado disminuyó 17% a 120 mil hectáreas. La producción aumentó 2,3% a alrededor de 995 mil toneladas. Mayor producción en menor área, es resultado de avances tecnológicos y se tradujo en rendimientos: 6,1 toneladas por hectárea para el tecnificado y 2 para el tradicional.

De maíz blanco tecnificado se sembraron cerca de 79 mil hectáreas, 6,2% menos. La producción fue de alrededor de 464 mil toneladas, 11,8% más, lo que significó que el rendimiento estuvo cerca a las 6 toneladas por hectárea. En maíz blanco tradicional se sembraron alrededor de 70 mil hectáreas, a pesar que tuvo una disminución de cerca del 5,5%. La producción se acercó a las 120 mil toneladas, lo que significó una disminución del 12,4% y un rendimiento de apenas 1,7 toneladas por hectárea.

La disminución en área se debió a la incertidumbre en los precios internacionales por la situación política internacional, lo que obligó a algunos productores a migrar a cultivos más seguros como el arroz. Según estimaciones de Fedepapa, el área sembrada en papa disminuyó 1,2% a 128.622.

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Esta disminución se reflejó en la producción que disminuyó 2,9% y llegó a 2,70 millones de toneladas. Esta disminución en área y producción se debió al mal año que tuvieron los productores en 2018 por cuestión de precios y para el 2019 dejaron de sembrar o se cambiaron a otros cultivos. Los costos de producción de papa han venido aumentando por la falta de mecanización y por el creciente deterioro de los suelos en algunas zonas.

Según Fedepalma, la palma de aceite aumentó el área en cerca de 3,5% y llegó 560 mil hectáreas. La producción de aceite aumentó algo más de 6,5% y llegó 1,63 millones de toneladas. La producción de aceite no ha crecido lo esperado debido a problemas sanitarios como la de pudrición de cogollo y la, relativamente reciente, muerte letal, sin aparente solución.

Según Asocaña, hasta noviembre, la producción de azúcar disminuyó 5,6% y llegó a 2,02 millones de toneladas. Por otra parte, la producción de etanol hasta noviembre de 2019 bajó 5,0% a 392,8 millones de litros. Este mercado sigue afectado por las incomprensibles importaciones, pues la producción local puede atender su demanda.

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Según Fedegan, el sacrificio formal disminuyó 0,7% y se ubicó en 3,4 millones de cabezas. Esto se refleja en el 9,4% de disminución en la tasa de extracción, la cual llegó a 15,5%. El aparente estancamiento de la producción bovina se debe a los bajos precios que se presentaron durante el año que obligó a los ganaderos a liquidar inventario para mantener ingresos lo que empuja los precios más a la baja. La producción de leche formal tuvo aumentó 0,6% al llegar 7.301 litros, esta cifra no refleja la capacidad productiva nacional.

La avicultura ha venido bajando su dinámica de crecimiento que traía. La producción de huevos disminuyó 1,5% y llegó a 14.383 millones de huevos. Por el lado de los pollos, la producción aumentó 3,9% y llegó a 1,69 millones de toneladas.

En cuanto a comercio exterior agropecuario, las importaciones entre enero y noviembre aumentaron 1,8% y llegaron US$6.480 millones. Por otra parte, las exportaciones en el año corrido llegaron a US$7.362 millones lo que significó un aumento de 0,8%. Si bien el sector agropecuario, no está importando a ritmos como en años anteriores, aún no está demostrando su capacidad exportadora.

En conclusión, durante el 2019, siguió vigente la crisis de rentabilidad. Además, y en términos generales, se observó un sector agropecuario estancado: parte importante de la producción, en unos casos, y área en otros disminuyó. Hay que resaltar el aumento en rendimientos en granos como maíz y arroz.

Finalmente, la oferta exportadora agropecuaria sigue estancada y la ilusión que el sector agropecuario remplazara lentamente a los hidrocarburos es apenas una quimera.

Luis Arango Nieto
Presidente de Fomenta

Tomado de: Portafolio 

17 febrero, 2023

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